En estos momentos de gran desconcierto e incertidumbre que está viviendo el sector de la hostelería y en el que, digámoslo claro, es complicado encontrar puntos positivos, nuestro profesor Faus Olmos ha decidido romper esta dinámica.
Y lo hace con un artículo a modo de decálogo, en el que esperamos te veas reflejado:
Un valiente no es un súper hombre, es un valiente. Por eso, teme como todos, tiembla como todos y llora como todos. La diferencia con los cobardes está en que cuando teme, no se refugia bajo una manta, sino que sale de la cama y busca auxilio en la acción. Un valiente no cree en amilanarse como receta que conduzca a ningún lado, él cree en crecer. No necesita hacerlo todo bien o desenvolverse a la perfección en cualquier situación, porque cree en el aprendizaje y porque sabe que cualquier miedo se hace pequeñito cuando tú te haces grande.
A la gente le gusta opinar, juzgar y proyectar su vida y experiencias en ti. Esto ha ocurrido siempre y siempre ocurrirá. Habrá muchos que llamen fantasía o locura a lo que para ti es pasión, porque las mentes pequeñas creen que sus límites son los tuyos, que el camino que ellos tomaron fue el mejor y que lo demás es desviarse. Un valiente aprende a no dar más valor a lo que otros piensan que a lo que él cree, y aunque esto conlleva grandes momentos de soledad, si hay un lema que guía su destino es que los sueños no se negocian.
Hay dos tipos de personas: los que dicen que algo es imposible antes de intentarlo y los que lo dicen después. Los valientes pertenecen al segundo. En el camino del crecimiento es necesario tomar la actitud de un explorador: probar, ser curioso, retarse, atreverse a fallar… No se trata de ser un temerario, sino de comprobar la vida con tus propios ojos. Un valiente sabe que la diferencia entre un ‘no se puede’ y un ‘no puedo’ solo se descubre tras la acción.
Un valiente no actúa para, actúa por. Porque le sale, porque lo siente, porque cree en ello. Los resultados solo miden el final de la carrera, no desde dónde empezó a correr cada uno. Un valiente sabe que el estandarte del valor no es la medalla, sino el esfuerzo, y que uno siempre se esforzará más si actúa por algo que le sale del corazón que si lo hace por obtener un premio. Un valiente no vive para conseguir, vive para disfrutar, y sabe que lo más importante de un sueño no es saber que lo vas a lograr, sino saber que mereces hacer lo que amas.
El que no arriesga no… nada. Ni pierde, ni gana; ni sufre, ni ama. A no ser que vivas una existencia tan pobre que no tengas nada por lo que vivir, todo es susceptible de ser perdido. En el mundo no existe nada seguro. Los valientes no entienden la estúpida forma que tiene la cultura de valorar el éxito o el fracaso, la pérdida o la ganancia. Para ellos la dignidad está en darlo todo sin reservarse nada, porque saben que lo único que verdaderamente se puede perder en la vida no es una pareja, un partido, o un sueldo: Ellos saben que lo único que verdaderamente se pierde en la vida son oportunidades.
Sin un sentido, todo caminar sería deambular. Ya sea una persona o una causa, es necesario sentir que hay algo más grande que nosotros por lo que pelear. Vivir con ideales es atreverse a vivir desde el corazón; es decirle al mundo que no todo vale, pero que a por aquello que sí vale, vamos con todo. Todo gran viaje tiene su ruta y todo valiente tiene su faro.
La palabra no es la valla que separa quién eres tú de quiénes son los demás. Intentar complacer a todo el mundo es, además de imposible, el fin de la autenticidad. Cada uno tiene sus gustos, sus valores y sus apetencias, y eso no nos hace mejores o peores, nos hace nosotros. Hacer valer tus preferencias es, al mismo tiempo, una muestra de amor propio y un signo de autonomía. Un valiente sabe a qué decir sí y a qué decir que no, y aunque a veces pueda resultar doloroso, es su forma de decirle al mundo “aquí estoy yo”.
Tratar de estar en todos lados es la mejor forma de no estar en ningún sitio. Por eso, ante una bifurcación, un valiente no se queda parado pensando en lo que pierde ni se echa a un lado imaginando que quizás pueda venir algo mejor. Un valiente sabe que el momento perfecto no es aquel que encaja con lo que él quería, sino aquel que se vive plenamente.
La vida está llena de alegrías, sorpresas e ilusiones, pero también de sinsabores, sustos y decepciones. O te lo llevas todo, o no te llevas nada. Un valiente abraza al mundo como viene; está para los viernes, pero también está para los lunes; es ese tipo de persona que no sale al campo a maquillar el resultado, sino a jugar la vida con las reglas de la vida.
Todo el mundo tiene personas que le limitan, pasados que le condicionan y obstáculos que le dificultan. Sin embargo, en el diccionario de los valientes no existe la palabra ‘excusa’. Cada uno es dueño de su destino y no tiene sentido señalar culpables. Un valiente hace frente a las circunstancias del pasado que determinan su presente para luchar por su futuro, porque sabe que, aunque no hay batalla fácil, no hay mayor conquistador que el que se conquista a sí mismo.
Desde Gastrouni queremos agradecer a Faus Olmos su predisposición a compartir con toda nuestra comunidad su sabiduría y experiencia en estos momentos tan complicados.
Buenos días,
Soy profesora de Higiene y Seguridad Alimentaria y me ha encantado este artículo. Me ha venido muy bien leerlo y voy a compartirlo con mis alumnos.
Gracias
Genial Cristina, muchas gracias por compartirlo 🙂